Clara
Un diálogo sobre la muerte
F.W. J. Schelling
Edición, estudio preliminar y traducción de
Natalia Uribe R. y Matías Tapia W.
Editorial Universitaria
Fondo Juvenal Hernández Jaque
2015
PRESENTACIÓN
“Clara” no es solamente un diálogo de Schelling: aparece a simple vista como la puerta de ingreso a la filosofía de su autor y, sobre todo, de su concepción de lo que es la tarea filosófica. Es, además, la tecla precisa que tocaron con plena conciencia Natalia y Matías. Con esa llave se pone de manifiesto el ‘universo’ de Schelling, donde coinciden con extraña claridad su pensamiento y su propia existencia, profunda y terriblemente romántica.
Si bien el romanticismo parece ser un movimiento que es patrimonio de poetas y artistas, asumo que en el ámbito de la filosofía es Schelling el pensador que representa esa corriente en la que también encontramos a Schiller y Goethe,en lo que es Alemania. El romántico se encuentra movido por sus sentimientos, sus frustraciones, una vida como una ‘suave niebla’ que lo ‘tironea’ y quizás domina. Pesan más sus sentimientos, sus intuiciones, la proximidad con el vacío existencial, la muerte en casos temprana, una ‘tendencia’ a la nada como forma de enfrentar su vida. Esta actitud se contrapone a la comprensión de la realidad desde una racionalidad ‘absoluta’, desde el sitio de los áridos conceptos. La patria del concepto, la patria de un Hegel está claro que no es la morada elegida por Schelling.
El diálogo como expresión filosófica aparece rechazado por Hegel, quien afirma que la filosofía debe dejar de ser ‘amor por el saber’ para transformarse en saber real, en ‘ciencia’. Hegel afirma esta idea en toda su obra y lleva al pensar a la condición de sistema, de verdad absoluta, de totalidad.
Pero la verdad no necesariamente se va a mostrar al hombre en un sistema. Los fragmentos de los primeros filósofos, el diálogo, los aforismos y sentencias, las expresiones provenientes del misticismo y de la teosofía tienen un valor relevante en la filosofía y en su historia hasta nuestros días. Creo que no es justo poner en duda, p.e., a Anaximandro y Heráclito, a Sócrates que se dice no escribió nada, a Plotino y su concepción de lo Uno, a Giordano Bruno y Jacobo Boehme, a los pensamientos del joven Descartes, a Spinoza con su rigor geométrico, a las profundas intuiciones de Schelling, como a los brillantes Kierkegaard y Nietzsche.
Spinoza fue uno de los pensadores modernos, que siguiendo la ruta trazada por Descartes, comprendió que la filosofía debía ser entendida por la mayoría de las personas para lograr de esa forma cumplir con su ambicioso proyecto estampado en el Tratado de la Reforma del Entendimiento. Dicho con las palabras del filósofo holandés: “Todo lo que puede ser medio para alcanzar este fin se llama bien verdadero, y bien supremo es alcanzarlo y gozar de esa condición, si fuera posible, con otros individuos.” Y líneas más adelante agrega: “Este es el fin que busco, es decir adquirir esa condición y tratar de que otros muchos la adquieran conmigo, pues también atañe a mi felicidad que muchos otros comprendan lo mismo que yo”. (Tratado de la Reforma del Entendimiento, parágrafos 13 y 14, en Obras Completas, vol. IV, Acervo Cultural Editores, Buenos Aires, 1977. Traducción de Oscar Cohan).
Así, si buscamos que los demás pongan atención a escuchar la verdad, resulta del todo necesario hablar según la capacidad de los otros y no ‘enfrascarnos’ en múltiples ideas abstractas que pocos o quizá nadie comprende.
Popper sostenía que todos los hombres y mujeres eran filósofos en un breve artículo titulado ‘Cómo veo la filosofía’, criticando de paso el sistema de Hegel y a las ‘verdades absolutas’ en la filosofía.
Por qué debemos trabajar con las llamadas verdades absolutas o ‘verdad metafísica’ al decir del profesor Juan Rivano? Quién nos garantiza que en el contexto de toda la realidad existe ‘algo’ absoluto? Las ciencias dirán que no. Las artes irán más lejos quebrando esa suerte de mitología o mesianismo tan cómodo para algunos pensadores. Las filosofías del siglo XX y actual no nos apoyarán en esta fatigosa búsqueda de lo absoluto.
El intento de Schelling por devolver la filosofía a sus más prístinos orígenes se pone de manifiesto en el diálogo. En este caso “Clara: un diálogo sobre la muerte” y tiempo antes en el popular “Bruno”. Para mí el diálogo es condición de apertura del conocimiento humano y de la esencia del hombre como tal. Pero por sobre todo es la búsqueda del ‘otro’, de la cercanía, de la proximidad, del estar-con. Así, en todo ejercicio de esta naturaleza requerimos la palabra de sus interlocutores y el oído atento de los mismos. Se trata de un momento inclusivo, del libre compartir cara a cara con los otros. Creo que el diálogo muestra, aunque sea en pinceladas, la humanidad de mujeres y hombres, de las personas. Casi es un modelo de la conversación diaria, cotidiana y que necesita un compromiso de los hablantes. Se puede dialogar de paso, sin formalidades, a la rápida, pero donde cada uno supone la entrega del otro. Dos propiedades tiene esta acción: confianza y claridad. “Clara: un diálogo sobre la muerte” de nuestro filósofo Schelling apunta a elevar lo común que hemos dicho al plano del ejercicio filosófico, marcando un giro, una vuelta, al método socrático y platónico de buscar la verdad en unión con los demás. Luz ante todo es lo que representa el arte del dialogar.
Enrique Sáez Ramdohr.
Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad de Chile .
Santiago de Chile, 8 de septiembre de 2015
Natalia
Natalia
es una flecha suave
directa
que da en el blanco
con seguridad inesperada
con vitalidad extendida
con su corazón abierto
y también cubierto
protegido
constante
como rocas habituadas
a sentir el golpe
de las divinas olas
de todo el mar infinito.
Matías
Acostumbrado
a los vaivenes del viento
a los cambios
que dan luz y sombras
a cada existencia
a cada voz
a todos los cantos
como una serpentina
que gira y gira
a pesar de la lluvia
como un habitante en el tiempo
abierto
a las estrellas.